Historia del valle
Historia del valle de Chamonix-MontBlanc
Desde el descubrimiento de «Chamouny» por parte de William Windham y Richard Pocock en 1741, el valle de Chamonix-Mont-Blanc se convirtió en un mito para exploradores del mundo entero. Estos dos aventureros han aumentado el interés por los grandes glaciares, al hacer ver más allá del miedo y la peligrosidad que inspiran. Es gracias a ellos que muchos turistas vienen en la actualidad a admirar el Mont Blanc, sus agujas o incluso el glaciar de la Mer de Glace.
Cuando el mundo descubrió el valle de Chamonix-Mont-Blanc
Tras la publicación de las aventuras de Windham y Pocock en el Mer de Glace, muchos de sus compatriotas acudieron al valle de Chamonix-Mont-Blanc para admirar el glaciar más grande de Francia. En la época, ¡el ascenso hasta el Mer de Glace se hacía a lomos de un burro!
En 1760, Horace Bénédict de Saussure, ofreció una recompensa a quien alcanzara el Mont Blanc. Diez años después, abrió el primer refugio para recibir a los exploradores que trataban de llegar a las cumbres.
La conquista del Mont Blanc
La conquista del Mont Blanc por parte de Jacques Balmat y Michel Paccard el 8 de agosto de 1786 instaló el valle de Chamonix-Mont-Blanc en el imaginario del naciente alpinismo y contribuyó a su atractivo. El macizo del Mont Blanc ofrece multitud de montañas para explorar y, generalmente, tiene más de una vía para llegar a la cima.
Enseguida, el refugio se quedó pequeño y la afluencia de la clientela más adinerada motivó la construcción de hoteles de lujo, algunos de los cuales aún se pueden ver a día de hoy.
La llegada del ferrocarril al valle de Chamonix-Mont-Blanc en 1901 reafirmó el interés de los viajeros por la montaña, al facilitar su acceso.
El desarrollo de los deportes de invierno
El valle de Chamonix-Mont-Blanc poseía un renombre internacional por su temporada estival. Solo los más valientes se atrevían a lanzarse al ascenso de las cimas en pleno invierno, y el esquí como lo conocemos hoy día aún no existía.
En 1924, se empezó a desarrollar una nueva faceta del valle, con la organización de los primeros Juegos Olímpicos de Invierno. Las infraestructuras turísticas se multiplicaron con la construcción de los célebres teleféricos de los glaciares de Brévent, y de la Aiguille du Midi.
Desde entonces, el valle de Chamonix-Mont-Blanc se reinventa perpetuamente. Su dinamismo turístico no deja de evolucionar, al igual que la vitalidad artística y cultural del valle.
Ahora te toca a ti descubrir este valle mítico, y pisar sobre las huellas de hombres y mujeres de leyenda, bajo la atenta mirada del Mont Blanc.